El cónclave de 2025 culminó el 8 de mayo con la elección de Robert Francis Prevost Martínez, cardenal estadounidense de 69 años, como el nuevo Papa, bajo el nombre de León XIV. La fumata blanca desde la Capilla Sixtina anunció su nombramiento, que marca un hito histórico al ser el primer pontífice de Estados Unidos. Su elección, tras dos días de votaciones entre 133 cardenales, refleja un deseo de continuidad con el legado de inclusión de Francisco, pero con un enfoque más pragmático y discreto.
Nacido el 14 de septiembre de 1955 en Chicago, de ascendencia francesa, italiana y española, Prevost creció en un entorno católico, influenciado por su madre, Mildred Martínez, y su padre, Louis Prevost, un catequista. Tras estudiar matemáticas en la Universidad Villanova y teología en la Catholic Theological Union, se unió a la Orden de San Agustín, tomando votos en 1978 y ordenándose sacerdote en 1982. Su trayectoria incluye décadas como misionero en Perú, donde fue obispo de Chiclayo (2015-2023), y líder de los agustinos a nivel mundial (2001-2013). En 2023, Francisco lo nombró prefecto del Dicasterio para los Obispos, un rol clave que lo posicionó como un puente entre facciones dentro de la Iglesia.
En Perú, Prevost destacó por su labor pastoral y administrativa. Entre 1988 y 1998, dirigió el seminario agustiniano en Trujillo, enseñó derecho canónico y fue vicario judicial. Como obispo de Chiclayo (2015-2023), priorizó comunidades rurales y programas contra la desnutrición, reflejando una “Iglesia en salida”. Su rol como prior general de los agustinos (2001-2013) y miembro de la Conferencia Episcopal Peruana (2018-2023) consolidó su reputación como un líder global, políglota y comprometido con los pobres. En 2023, Francisco lo nombró prefecto del Dicasterio para los Obispos, un cargo clave que le dio influencia en la selección de obispos mundiales.
Conocido por su humildad y cercanía, Prevost ha abogado por una Iglesia que “amplíe la tienda” para incluir a los marginados, siguiendo el espíritu de Francisco. Su experiencia en América Latina, donde abrazó a los pobres y promovió la justicia social, lo alinea con las prioridades de su predecesor, aunque su estilo es menos carismático y más administrativo. Como Papa, se espera que mantenga el enfoque en la sinodalidad, promoviendo una Iglesia dialogante, pero con un énfasis en la claridad doctrinal para apaciguar a sectores conservadores. Su oposición a la ordenación de mujeres diaconisas y su postura moderada en temas como el matrimonio homosexual reflejan un equilibrio entre progresismo social y tradición.
Los retos de León XIV incluyen sanar las divisiones internas, abordar la crisis de abusos sexuales y fortalecer la presencia de la Iglesia en regiones de crecimiento como África y Asia. Su doble nacionalidad (EE.UU. y Perú) y su perfil global lo convierten en una figura capaz de tender puentes en un mundo polarizado. Sin embargo, enfrenta críticas por su manejo de casos de abuso clerical en Perú, lo que podría influir en la percepción de su liderazgo. La comunidad católica espera un papado de estabilidad, con un líder que, según sus palabras, “camina y sufre” junto a su pueblo.