Kim Kardashian, de 44 años, testificó el 13 de mayo de 2025 ante el Tribunal de lo Criminal de París en el juicio contra diez acusados por el robo a mano armada que sufrió el 3 de octubre de 2016 en la capital francesa. Entre sollozos, la estrella estadounidense relató que estaba “segura de que iba a morir” cuando dos encapuchados irrumpieron en su suite del Hôtel de Pourtalès, la ataron con bridas y cinta adhesiva, y le apuntaron con una pistola. “Pensé que me iban a violar y disparar”, dijo, recordando cómo suplicó a los asaltantes: “Llévense todo, pero déjenme volver con mis bebés”. Los ladrones se llevaron joyas valoradas en unos 10 millones de dólares, incluido un anillo de compromiso de 18 quilates obsequiado por su entonces esposo, Kanye West, estimado en 4 millones.
El juicio, que comenzó el 28 de abril y se extenderá hasta el 23 de mayo, involucra a una banda apodada los “abuelos ladrones” por la edad de los acusados, la mayoría mayores de 60 años en 2016. Cinco enfrentan cargos por robo a mano armada y secuestro, con posibles penas de cadena perpetua, mientras otros son acusados de complicidad. Aomar Ait Khedache, de 70 años, señalado como el cabecilla, y Yunice Abbas, de 71, admitieron su participación; Abbas, quien actuó como vigía, escribió un libro sobre el atraco. Marceau Baum-Gertner, otro implicado, falleció antes del juicio, y un acusado con alzhéimer fue excluido. La investigación identificó a los responsables gracias a ADN en las ataduras y un collar perdido durante la huida, la única pieza recuperada.
Kardashian, que viajó desde Los Ángeles para declarar, describió el impacto psicológico del asalto, que la llevó a limitar su exposición en redes sociales y reforzar su seguridad. El conserje del hotel, Abdulrahmane Ouatiki, también testificó, revelando que fue obligado a guiar a los ladrones hasta la habitación de la estrella. El caso, cubierto por más de 400 periodistas, ha reavivado el debate sobre la seguridad de celebridades y la exposición en redes, ya que Kardashian solía compartir detalles de sus joyas y ubicación. Aunque se cree que las joyas fueron fundidas y vendidas en Bélgica, el juicio busca justicia para un robo considerado el mayor a una persona en Francia en dos décadas.
