Un día como hoy, 10 de junio de 1990, el tenis ecuatoriano escribió su página más gloriosa. En la legendaria cancha Philippe Chatrier, Andrés Gómez venció en cuatro sets al joven estadounidense André Agassi, con parciales de 6-3, 2-6, 6-4 y 6-4, y se consagró campeón de Roland Garros, convirtiéndose en el primer y único ecuatoriano en lograr un Grand Slam.
A sus 30 años, Gómez alcanzaba la cúspide de una carrera construida a base de talento, trabajo y perseverancia. Había sido número 1 del mundo en dobles, semifinalista en París en 1986, campeón de múltiples torneos del circuito ATP y miembro clave del equipo de Copa Davis de Ecuador. Pero aquel domingo parisino de 1990 fue distinto: fue la coronación de toda una trayectoria.
Enfrente tenía a un Agassi de apenas 20 años, con su melena característica, un talento desbordante y ya considerado el gran heredero del tenis mundial. Sin embargo, el temple y la experiencia de Gómez marcaron la diferencia. Supo manejar los momentos de presión, especialmente en el cuarto set, cuando quebró el saque de Agassi en el noveno juego y luego sirvió para el campeonato.
La victoria de Gómez no solo fue un hito para Ecuador, sino también una lección para el tenis internacional: la jerarquía no siempre se mide por la juventud ni el marketing, sino por la madurez y la convicción.
Tras esa final, las carreras de ambos tomaron caminos distintos. Andrés Gómez se retiró del circuito profesional poco después, consolidado como leyenda del deporte latinoamericano. Agassi, por su parte, aprendió de aquella derrota: en 1999 logró finalmente conquistar Roland Garros y completar el Grand Slam en su carrera, convirtiéndose en uno de los grandes de todos los tiempos.
Hoy, 35 años después, Ecuador recuerda con orgullo la hazaña de Andrés Gómez, el zurdo de Guayaquil que un día como hoy le ganó al futuro y se metió para siempre en la historia del tenis.
