En julio de 2015, Ecuador vivió un momento histórico con la visita del Papa Francisco, un evento que marcó profundamente el corazón de los ecuatorianos. Su paso por Guayaquil y Quito no solo congregó a millones de fieles, sino que también dejó un mensaje de esperanza, humildad y compromiso con los más necesitados. En Guayaquil, el Papa celebró una multitudinaria misa en el Parque Samanes, donde instó a las familias a fortalecer sus lazos con amor y solidaridad. En Quito, su encuentro con jóvenes y su visita a la Pontificia Universidad Católica del Ecuador reforzaron su llamado a la unidad y al cuidado del medio ambiente.
Francisco, conocido como el “Papa del corazón”, se ganó el cariño de los ecuatorianos con gestos sencillos, como detenerse a bendecir a los enfermos o compartir momentos con los más humildes. Su mensaje, centrado en la justicia social y la protección de la “casa común”, resonó en un país que enfrentaba desafíos económicos y sociales. A una década de su visita, los ecuatorianos recuerdan su promesa de un futuro mejor, un legado que sigue inspirando a comunidades y líderes a trabajar por un Ecuador más justo y solidario.