La muerte del papa Francisco el 21 de abril de 2025 ha dejado a la Iglesia Católica en un momento crucial, con el cónclave para elegir a su sucesor acercándose rápidamente. El próximo pontífice, que será seleccionado por 135 cardenales menores de 80 años en la Capilla Sixtina, enfrentará el desafío de mantener la unidad de una Iglesia diversa y responder a un mundo marcado por conflictos, desigualdades y polarización.
Francisco, el primer papa latinoamericano, transformó el Vaticano con su enfoque en la austeridad, la justicia social y el diálogo interreligioso, pero también generó tensiones con sectores conservadores por sus reformas progresistas.
Entre los nombres que resuenan como posibles sucesores están el cardenal italiano Matteo Zuppi, cercano al legado reformista de Francisco, y el cardenal guineano Robert Sarah, representante de una visión más tradicional. Otros candidatos, como el filipino Luis Antonio Tagle y el ghanés Peter Turkson, reflejan la creciente influencia de Asia y África en la Iglesia. Expertos vaticanistas señalan que el cónclave será complejo debido a la universalidad del Colegio Cardenalicio, con cardenales de regiones como Mongolia y Timor Oriental, nombrados por Francisco para descentralizar el poder europeo.
El nuevo papa deberá no solo liderar espiritualmente a 1.400 millones de católicos, sino también actuar como una voz moral en temas como la paz en Ucrania, la crisis climática y los derechos humanos, siguiendo el ejemplo de Bergoglio, quien supo combinar fe y diplomacia en un mundo convulso.