Los cuerpos de los once militares ecuatorianos asesinados el 9 de mayo de 2025 en una emboscada en Alto Punino, Orellana, fueron despedidos con ceremonias cargadas de dolor y reconocimiento en Imbabura y Pastaza. Los uniformados, de la Brigada Selva 19 Napo, realizaban un operativo contra la minería ilegal cuando fueron atacados con explosivos, granadas y fusiles por el grupo armado Comandos de la Frontera, que dejó un integrante muerto.
En Imbabura, los restos de Jorge Luis Andrade (29 años, teniente, casado, de Otavalo) y Diego Mauricio Lomas (33 años, cabo primero, padre de un hijo, de Ibarra) llegaron el 10 de mayo al Grupo de Fuerzas Especiales N.º 53 Rayo, en Lago Agrio, donde una calle de honor y una capilla ardiente marcaron el inicio de los tributos. Familiares, amigos y ciudadanos, entre lágrimas, destacaron su valentía. “Era mi orgullo, un hombre entregado a su país”, dijo la madre de Lomas. En Pastaza, el cabo segundo Georvi Vega (29 años, de Zamora Chinchipe, padre de un hijo) fue despedido en la Brigada de Selva 17 Pastaza con honores militares.
El 11 de mayo, una misa en la Escuela Superior Militar Eloy Alfaro, en Quito, reunió a autoridades como el ministro de Defensa, Gian Carlo Loffredo, y la canciller Gabriela Sommerfeld. El presidente Daniel Noboa, quien decretó tres días de luto nacional y los declaró héroes nacionales, afirmó: “Encontraremos a los responsables y los acabaremos”. La Fiscalía investiga el ataque como terrorismo, mientras el gobierno promete apoyo en vivienda, salud y educación a las familias. Los militares, oriundos de siete provincias, dejan un legado de sacrificio en la lucha contra el crimen organizado.
