Miles de personas con discapacidad de más de 90 países han demostrado esta semana en Roma que no tienen límites para vivir la fe. También han reivindicado que la Iglesia tiene que ser más inclusiva para este colectivo al que el papa Francisco prestó atención especial. El pontífice argentino, que vivió sus últimos años en silla de ruedas, promovió una mayor participación de la institución en este colectivo.
Así lo destacó a Servimedia la coordinadora del Área de personas con discapacidad de la Conferencia Episcopal Española (CEE), la hermana María Granados Molina, que ha viajado a Roma para formar parte del Jubileo de las Personas con Discapacidad junto a una quincena de personas con distintas discapacidades en la delegación de la CEE.
“Para mí es una experiencia muy enriquecedora porque las personas con discapacidad siempre me aportan una sensibilidad de la vida que me ayuda a estar más atenta a detalles que sin ellas no los percibo”, reconoce la religiosa.
“Las personas con discapacidad tienen, cómo toda persona una dimensión espiritual, que si se cuida y se acompaña son personas que ‘ven’ a Dios con mucha más claridad que los demás. ’No tienen’ límites para percibirle, es precioso”, remarca.
Esa aportación a la Iglesia la detectó el papa Francisco, fallecido el 21 de abril. La religiosa destaca que el pontífice, “con su sensibilidad natural por los pobres y desfavorecidos ha tenido muchos detalles significativos con las personas con discapacidad” y que “darles espacio, voz y voto en el sínodo de la sinodalidad, ha sido muy importante”.