Estados Unidos y China acordaron el 12 de mayo de 2025 una tregua comercial de 90 días, reduciendo significativamente los aranceles impuestos en medio de una escalada de tensiones económicas. Washington recortará las tarifas sobre productos chinos del 145% al 30%, mientras que Pekín disminuirá las suyas sobre bienes estadounidenses del 125% al 10%, según un comunicado conjunto tras negociaciones en Ginebra. Este pacto, que entra en vigor el 14 de mayo, alivia la presión sobre múltiples sectores, desde la tecnología hasta la agricultura, y busca estabilizar las cadenas de suministro globales, beneficiando a consumidores y empresas en ambos países.
Entre los productos más favorecidos están los tecnológicos, como teléfonos inteligentes, computadoras y semiconductores, que representan una parte sustancial de las importaciones estadounidenses desde China. Por ejemplo, los iPhone de Apple, cuyos componentes provienen en gran parte de China, podrían ver una estabilización en sus costos de producción, evitando alzas en los precios para los consumidores. Asimismo, los paneles solares y las baterías para vehículos eléctricos, esenciales para la transición energética, se beneficiarán de aranceles reducidos, lo que podría impulsar su adopción. Las empresas tecnológicas estadounidenses, como Meta y Google, también celebraron la noticia, ya que los altos aranceles previos habían encarecido sus operaciones y productos.
En el sector agrícola, productos estadounidenses como la soja, el maíz, la carne de cerdo y el trigo, que enfrentaban gravámenes chinos de hasta el 125%, ahora tendrán un acceso más competitivo al mercado chino. Esto es crucial para los agricultores estadounidenses, que exportaron $26,500 millones en productos agrícolas a China en 2020, pero vieron reducciones significativas tras las tensiones comerciales. Por parte de China, las tierras raras, vitales para la fabricación de dispositivos electrónicos y turbinas eólicas, estarán exentas de restricciones arancelarias, garantizando su flujo hacia EE. UU. y otros mercados. Esta medida responde a la presión de la industria tecnológica global, que depende de estos minerales.
Sin embargo, el acuerdo no elimina todos los aranceles. EE. UU. mantendrá un 20% adicional sobre productos chinos vinculados al fentanilo y tasas sectoriales sobre acero, aluminio y vehículos, mientras que China conserva ciertas restricciones no arancelarias. La tregua, aunque bien recibida por los mercados —con alzas del 3.4% en el índice Hang Seng y del 2.7% en los futuros del Nasdaq—, no resuelve las disputas estructurales, como las prácticas comerciales chinas o el déficit comercial estadounidense de $295,400 millones en 2024. Las negociaciones continuarán bajo un mecanismo bilateral liderado por el viceprimer ministro chino He Lifeng y los funcionarios estadounidenses Scott Bessent y Jamieson Greer, con la esperanza de evitar una nueva escalada que podría dañar aún más la economía global.
